Tras varios años viviendo en Madrid, esta familia regresó a Bilbao para instalarse en una vivienda con unas vistas excepcionales a la ría y una entrada de luz privilegiada gracias a su altura. El estado original era anticuado, por lo que la reforma se centró en actualizar todos los espacios y potenciar lo más valioso: la luz natural y el paisaje exterior.
Instalamos suelos de roble que aportan calidez y continuidad visual a toda la vivienda, y trabajamos con una base de colores claros para reforzar la luminosidad. Los detalles decorativos y el mobiliario introducen acentos de color que dan ritmo y personalidad al conjunto.
Como contrapunto al resto del proyecto, en el baño principal apostamos por un acabado en color antracita. Gracias a la presencia de dos ventanas, pudimos introducir paredes oscuras sin perder sensación de amplitud ni luz, creando así un espacio elegante y lleno de carácter.