Después de varios años viviendo en la misma zona, esta pareja con dos niños pequeños decidió dar el paso y comprar su primera vivienda… justo enfrente. Aunque el piso tenía buen tamaño, su distribución era caótica y no respondía a su forma de vivir.
El objetivo fue claro desde el principio: crear espacios amplios y bien conectados, donde toda la familia pudiera estar cerca y compartir. Para conseguirlo, tiramos varios tabiques, cerramos una segunda puerta de servicio y eliminamos pasillos, lo que nos permitió ampliar los dos espacios principales: la cocina y el salón.
La cocina, aunque da a un patio interior, se resolvió con un muro bajo y un cerramiento en cristal y aluminio lacado en blanco. Esto permite mantenerla independiente sin aislarla, y deja que la luz fluya hacia el salón y la entrada, generando una sensación de amplitud y luminosidad en todo el conjunto.
En el paso hacia la zona de noche, integramos armarios con gran capacidad de almacenaje y un primer baño. Más allá, se organizan tres habitaciones y otro baño completo. La habitación principal, también orientada al patio, ganó una ventana adicional al redistribuir tabiques, lo que, junto con los tonos claros, aporta claridad y calma al espacio.